Encuadre
El encuadre es aquello que el fotógrafo sitúa dentro de la fotografía, la porción de escena que elige captar. Ante un mismo motivo cada fotógrafo puede elegir hacer una fotografía diferente captando unos u otros elementos.
En esta selección de lo que sitúa dentro de la fotografía y cómo se hace, aunque ninguna es norma estricta, existen algunas directrices que se pueden tener en cuenta, a saber:
- En toda escena suele existir un motivo (aquello que deseamos destacar, el centro de interés) y fondo (aquello que rodea, decora y/o da sentido al motivo). Para resaltar el motivo el fotógrafo debe llenar el encuadre con él, esto es, hacer que ése sea el objeto principal en la escena; de este modo excluiremos del encuadre otros objetos que puedan distraer la atención del espectador sobre el que el fotógrafo ha seleccionado.
- A pesar de lo dicho en el punto anterior, es importante en el encuadre dejar un cierto margen alrededor del motivo para no atosigar la imagen. Este margen actuará como marco del motivo y, por tanto, deberá ser normalmente además igual por todos los lados de la fotografía.
- La línea del horizonte suele ser una referencia visual clave para el ser humano. Normalmente ésta debe mantenerse recta, horizontal. La percepción de una línea del horizonte inclinada suele llamar la atención y, si no está justificada, da al espectador la sensación de que los objetos se van a caer hacia ese lado, lo cual no suele producir buenas sensaciones.
- Otro factor comunicativo importante en fotografía es la elección del formato del encuadre. La mayoría de los elementos fotosensibles (películas o sensores de imagen) tienen un formato rectangular y habrá por tanto la posibilidad de elegir un encuadre horizontal, vertical o inclinado: cada uno de ellos transmite sensaciones diferentes y tiene su campo de aplicabilidad:
- El encuadre horizontal sugiere quietud, tranquilidad y suele utilizarse normalmente para paisajes y para retratos de grupo.
- El encuadre vertical sugiere fuerza, firmeza y es el más apropiado normalmente para retratos (entre otras cosas porque los seres humanos somos más altos que anchos).
- El encuadre inclinado transmite dinamismo y fuerza y suele utilizarse como recurso ocasional para resaltar estas cualidades en el motivo de la fotografía.
Colocación de los objetos dentro del encuadre
Es importante repetir que no existen reglas rígidas y mucho menos con respecto a dónde deben colocarse los objetos dentro del encuadre, no obstante, es importante que el fotógrafo conozca algunos recursos cuya eficacia está demostrada y que pueden ser de utilidad para resaltar el motivo o transmitir distintas sensaciones.
En las culturas occidentales, derivado de los sistemas de escritura, las personas acostumbramos a mirar de arriba a abajo y de izquierda a derecha (en las culturas árabes y orientales dependerá igualmente de su sistema de escritura). Además, la mirada no se mueve normalmente de forma uniforme sino que se suele detener en ciertos puntos equiespaciados al mismo tiempo que avanza en el recorrido que esté siguiendo. En estos puntos es donde se concentra por defecto el interés del espectador y es donde debemos colocar el motivo que deseemos resaltar en nuestras fotografías. De esta forma nace la llamada regla de los tercios, que nos indica que si dividimos la imagen a partes iguales por dos líneas horizontales y dos verticales, los cuatro puntos de intersección de dichas líneas son los que mayor atención recibirán del espectador (y en el orden antes indicado).
Debido a esto podrá deducirse igualmente que el motivo no debe ir centrado en el encuadre sino que es preferible desplazarlo ligeramente a la izquierda ya que así se obtienen imágenes menos simplistas, más atractivas y que ayudan al ojo a recorrer los puntos de atención.
Por otro lado el fotógrafo debe tener presentes las líneas dominantes de la composición que está realizando y utilizarlas para dirigir la atención del espectador, no desviarla. Se puede hallar una línea casi en cualquier cosa. Una de las normas más populares de la composición se basa en la repetición de las líneas y objetos, especialmente cuando el tema es una estructura. Las líneas pueden ser, horizontales, verticales, curvas u oblicuas. Las diagonales y líneas en "S" son mucho más interesante que las líneas paralelas, se utilizan para imprimir un cierto movimiento a las fotos.
El caso más básico de línea dominante es la de horizonte. La línea de horizonte actúa de referente para el espectador y es conveniente colocarla recta (no inclinada) y no en el centro vertical de la imagen sino a dos tercios (por arriba o por abajo) ya que si se coloca la línea del horizonte al centro se obtendrá una imagen descriptiva, inexpresiva; mientras que al bajarla o subirla estamos primando el cielo, el mar o la tierra como fondo (o incluso motivo) de la imagen.
Otro caso típico son las líneas diagonales que a menudo se forman en las fotografías: pe. una barandilla de un paseo, una acera, un camino... todos estos elementos forman líneas dominantes en la fotografía y pueden, por tanto, ser usados para conducir la atención. Un recurso habitual es colocar estas líneas en las diagonales de la fotografía haciéndolas coincidir con una o más esquinas de la misma: así el ojo recorrerá esas líneas desde las esquinas a los centros de interés ayudando a dirigir hacia ellos la atención del espectador.
Al cortar las líneas dominantes con uno de los lados de la fotografía ésta parece interrumpirse bruscamente, mientras que al llevar una línea a una esquina da la sensación de continuidad.
Finalmente, es importante resaltar dos casos especiales de líneas dominantes: la mirada y el movimiento.
- La mirada de un ser humano traza una línea dominante imaginaria en la foto de gran fuerza expresiva que debe ser respetada y resaltada por el fotógrafo. Cuando la persona retratada está mirando hacia algo debe abrirse el encuadre situando a la persona a un lado y dejando un espacio libre delante de ella para ser ocupado por su mirada.
- Una persona u objeto en movimiento también describe una línea dominante imaginaria que es su trayectoria y que también puede tener gran fuerza expresiva. Cuando el motivo esté entrando en la escena es conveniente abrir el encuadre nuevamente y dejarle un espacio libre delante para que sea ocupado por su trayectoria y resaltar el efecto de movimiento.
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